Cuando estudiaba pintura y dibujo en la Academia de Arte de Praga, a mediados de los años cuarenta, todo hacía indicar ya que podría haber sido un prometedor artista. Sin embargo, con el tiempo se decantó por la fotografía, medio en el que en la década de los setenta y los ochenta produjo una sofisticada y originalísima obra. Ahora, la Kunsthaus Zürich se convierte en el primer museo en dedicarle una exposición individual, formada por 120 fotografías seleccionadas entre miles de las imágenes que componen su amplia producción.
Su fascinación es el universo femenino, la figura de la mujer y las actividades comúnmente asociadas a éstas, especialmente aquellas que tienen que ver con su quehacer diario, con sus rituales de cuidados personales, con sus compras o con sus momentos de ocio. En su obsesión por reflejar este mundo, Tichý podía llegar a realizar hasta cien fotografías al día, lo que él estableció como su norma. Y todas ellas en su pequeña ciudad natal, de la que cada vez estaba más excluido como habitante de la comunidad. Por ello, la inmensa mayoría de las veces permanecía oculto, colándose en los momentos íntimos de todas esas mujeres e ignorando la mayoría de los principios técnicos de la fotografía. No obstante, el resultado es especialmente interesante. También ellas ignoraban en muchas ocasiones ser espiadas, de ahí la rica galería de posturas, gestos y estados de humor que nos ofrecen. Las imágenes son, muchas veces, pura poesía visual que Tichý termina de rematar con dibujos realizados sobre ellas a lápiz o enmarcándolas con delicado papelpassepartou.
Retrospectiva de Miroslav Tichý en Valladolid
El fotógrafo permaneció casi toda su vida en el anonimato y alejado del mundo que le rodeaba, y que parecía no interesarle demasiado, hasta que fue descubierto y encumbrado por Harald Szeemann.
Esta exposición, la primera realizada tras el fallecimiento de Miroslav Tichý en abril de 2011, reunirá en Valladolid más de un centenar de obras. Sus icónicas imágenes de mujeres son el fruto de un ritual obsesivo y mecánico que a lo largo de dos décadas el checo repitió diariamente: el artista recorría las calles Kyjov sin rumbo pero siempre por el mismo periodo de tiempo, disparando siempre tres rollos cada día, realizando un total de 108 imágenes. Tichy fotografiaba a las mujeres de forma espontánea, sin que éstas se dieran cuenta de que se les estaba retratando, disparando a la altura de la cintura, sin mirar nunca por el visor y evitando el contacto visual directo con ellas. Su trabajo ya ha pasado a la historia.
Esta exposición, la primera realizada tras el fallecimiento de Miroslav Tichý en abril de 2011, reunirá en Valladolid más de un centenar de obras. Sus icónicas imágenes de mujeres son el fruto de un ritual obsesivo y mecánico que a lo largo de dos décadas el checo repitió diariamente: el artista recorría las calles Kyjov sin rumbo pero siempre por el mismo periodo de tiempo, disparando siempre tres rollos cada día, realizando un total de 108 imágenes. Tichy fotografiaba a las mujeres de forma espontánea, sin que éstas se dieran cuenta de que se les estaba retratando, disparando a la altura de la cintura, sin mirar nunca por el visor y evitando el contacto visual directo con ellas. Su trabajo ya ha pasado a la historia.
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