La exposición permanece abierta al público, en el local ubicado en el Jr. Bellavista 531, Miraflores. Los horarios de visitas van de lunes a sábado de 9:00 am a 9:00 pm y los domingos y feriados de 2:00 p.m. a 8:00 p.m.
De todas las clasificaciones asignadas a los temas de la pintura, la “naturaleza muerta” —el “bodegón”— es una frase que inconscientemente se encasilla a las exigencias de la decoración o del ejercicio de ensayo plástico temprano, restándole no solo calidad intrínseca sino autonomía.
“Ordenando el mundo… con flores, frutos, aves, hojas, cosas, memoria, fantasía... creando ornamentaciones, elogios, naturalezas muertas, naturalezas silenciosas (still life), bodegones...” es un título-pretexto, pero sobre todo una propuesta de análisis, a través de la historia del arte peruano, de los orígenes, evoluciones y tránsitos de este género tan familiar y, quizá por eso, poco atendido.
Presenta también una hipótesis que pretende rastrear, en los términos y las estrategias de la construcción de la naturaleza muerta una tendencia intrínseca, ancestral y común a las culturas, que lleva a buscar un ordenamiento de los elementos de la vida cotidiana.
Una necesidad silenciosa de “ordenar el mundo”, de encontrar formas armónicas —rítmicas a veces— que muestren una agrupación que, reunida y expuesta por decisión del interesado, permita acceder a una realidad comprensible.
Entonces, las obras que reúne el Centro Cultural Británico (de Ricardo Grau, Sérvulo Gutiérrez y José Sabogal y muchos otros) adquieren mayor importancia, en ese afán por descubrir –o redescubrir- la belleza misma que oculta la simplicidad.
Porque no son solo frutas, cestos, hojas y mezas, pinturas, fotografías e instalaciones, las que protagonizan esta interesante selección, sino también ese afán tan artístico como humano por ordenar las formas que surgen del aparente caos; y que tienen por objetivo que la gente aprenda a observar y no solo mirar.
“Ordenando el mundo… con flores, frutos, aves, hojas, cosas, memoria, fantasía... creando ornamentaciones, elogios, naturalezas muertas, naturalezas silenciosas (still life), bodegones...” es un título-pretexto, pero sobre todo una propuesta de análisis, a través de la historia del arte peruano, de los orígenes, evoluciones y tránsitos de este género tan familiar y, quizá por eso, poco atendido.
Presenta también una hipótesis que pretende rastrear, en los términos y las estrategias de la construcción de la naturaleza muerta una tendencia intrínseca, ancestral y común a las culturas, que lleva a buscar un ordenamiento de los elementos de la vida cotidiana.
Una necesidad silenciosa de “ordenar el mundo”, de encontrar formas armónicas —rítmicas a veces— que muestren una agrupación que, reunida y expuesta por decisión del interesado, permita acceder a una realidad comprensible.
Entonces, las obras que reúne el Centro Cultural Británico (de Ricardo Grau, Sérvulo Gutiérrez y José Sabogal y muchos otros) adquieren mayor importancia, en ese afán por descubrir –o redescubrir- la belleza misma que oculta la simplicidad.
Porque no son solo frutas, cestos, hojas y mezas, pinturas, fotografías e instalaciones, las que protagonizan esta interesante selección, sino también ese afán tan artístico como humano por ordenar las formas que surgen del aparente caos; y que tienen por objetivo que la gente aprenda a observar y no solo mirar.
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